Dos años de espera fueron necesarios para poder vivir una nueva edición de Rock Al Parque, festival insignia de la capital, que nos reúne como sociedad para festejar la cultura. Este ritual de euforia y altos decibeles en su primer día, se permeó de sonidos de metal extremo, las tarimas se llenaron de cruces invertidas, fuego, ritos y desgarradoras voces.
Como es costumbre el escenario fue el mítico Simón Bolívar, donde con tres tarimas se dió inicio a este festival el día sábado 26 de noviembre. Bandas nacionales como K-rroña, Ynuk, Destroy, Sharon Tate, Ursus y demás se encargaron de encender motores y recibir a todos los asistentes que iban llegando temerosos de la lluvia.
Cayó la noche y con ella llegaron los invitados internacionales, con shows repletos de simbologías y parafernalias típicas del Black Metal. Dentro de estos sonidos duros y desgarradores Colombia también tenía su representante, Masacre, una de las bandas más icónicas de la historia del metal colombiano se hacía medir contra las bandas internacionales llenando y cerrando el escenario Bio. Tal es el reconocimiento del Metal nacional que Frantic Amber, banda femenina sueca, homenajeó a Kraken con un brillante cover de “Lenguaje de Mi Piel”. El cierre en el escenario Plaza, lo marcó las llamas de Watain, banda sueca en cuya presentación destacaba un clásico estilo Black de los 90s y un mensaje anti-religión.
Las presentaciones vividas son tan impactantes que el despliegue técnico de los músicos (que es por lo demás impresionante) pasan a un segundo plano, dando espacio a una serie de simbologías que chocan frente a un público de una marcada tradición católica. Tal vez es precisamente esto lo que nos ha vuelto una nación tan metalera.
Hay momentos de los shows de Black Metal en los que no es fácil distinguir entre un uso estético del satanismo o, si por otro lado, estamos enfrentados a una fé verdadera y profunda; las características ceremoniales que estas bandas implementan en sus espectáculos diluyen aún más esta diferenciación. Aunque siendo claros, entre más auténticos se ven, mejor es la experiencia.
Así se vivió el primer día, pero todavía quedan otros tres días para que la euforia capitalina libere toda su adrenalina.