“Lo que significa que el FMI le cierre la puerta a Colombia”

Representante Saray-Robayo Bechara
Saray Robayo Bechara, Representante a la Cámara del Partido de la U

Opinión

Por Saray Robayo Bechara

Esta semana el país recibió una noticia preocupante que no puede pasar desapercibida. el Fondo Monetario Internacional (FMI) suspendió la línea de crédito flexible que tenía con Colombia y aunque para muchos puede parecer un asunto lejano, y solo para los técnicos que entienden de economía.  Pero no. Esta es una alerta roja que debería importarnos a todos, porque está decisión nos afecta directamente en el bolsillo.

Esa línea de crédito era como un seguro que tenía el país para momentos difíciles. No significaba que estuviéramos pidiendo dinero todo el tiempo, pero sí le mostraba al mundo que el FMI confiaba en cómo manejábamos nuestras finanzas y el comportamiento que siempre a tenido Colombia a la hora dr honrar sus compromisos, confianza que a través de los años le ha permitido conseguir financiación más baratos, que haya inversión, que se genere empleo y que el país tenga estabilidad.

Hoy, esa confianza está en entredicho. El FMI nos cerró esa puerta porque ha visto con preocupación lo que está pasando con el manejo fiscal desordenado, decisiones improvisadas, promesas de recaudo que no se cumplen y un endeudamiento que crece sin un plan claro. Lo mismo que sucede cuando uno pide un préstamo al banco, pero no muestra cómo va a pagar. Así de sencillo.

Y mientras esto sucede, el Gobierno vuelve a pedirle al Congreso que le apruebe más deuda, esta vez por 5 mil millones de dólares y uno se pregunta, ¿Para qué? Para “gestión del riesgo”, dicen. Pero no explican bien a qué se refieren. Hace apenas unos meses aprobaron otra deuda con la promesa de que cubriría las obligaciones hasta julio. Hoy no sabemos si esa promesa se cumplirá.

Desde el Congreso, y en especial desde la Comisión Interparlamentaria de Crédito Público, hemos hecho nuestra parte para evitar un escenario que nos lleve a una situación de   “no pago”. Nadie quiere que Colombia entre en cesación de pagos. Pero también es nuestro deber exigirle al Gobierno claridad y responsabilidad. No podemos seguir tapando huecos con más deuda, mientras el país pierde credibilidad ante los ojos del mundo.

La consecuencia ya la estamos sintiendo, las tasas de interés se encarecen (ya por encima del 11%), el riesgo país aumenta y los bonos que emite el Estado podrían perder valor y degradados como “bonos basura”, lo que encarecería aún más el acceso al crédito. Al final, eso se traduce en menos inversión, más inflación, menos empleo y una economía en retroceso y más frágil.

El Gobierno tiene autonomia, sí. Pero esta autonomía no puede convertirse en licencia para el desorden. Gobernar es asumir responsabilidades , no posponer consecuencias.

Lo que pasó con el FMI no es un dato menor, al igual que las calificadoras de riesgo, nos están enviando señales de que el mundo ya no está confiando en cómo estamos manejando las cosas. Y cuando el mundo deja de confiar, las puertas se cierran. Por eso, hoy más que nunca, necesitamos responsabilidad, disciplina fiscal y decisiones pensadas, no improvisadas. La confianza cuesta mucho ganarla, pero en un instante podemos perder todo lo que hemos ganado en muchos años. Y si no se corrige el rumbo, el costo lo pagaremos todos.

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