Por: Alberto Santander B
Avistar Ballenas el destino del pacífico.
En desarrollo de una práctica que data de muchos siglos perdidos en la memoria de los tiempos, grupos de ballenas parten desde el Polo Sur o la región Antártica del planeta, transmigrando miles de kilómetros desde los gélidos confines del globo. Algunas son avistadas por los marinos mercantes y tripulantes de grandes embarcaciones que surcan los mares y que se las encuentran en su recorrido cuando se desplazan a las cálidas aguas del Pacífico colombiano en un ritual de apareamiento. Son las ballenas jorobadas que avanzan en su devenir y que se refugian en esta curvatura de la mar.
Pocos animales despiertan en el hombre tanta atracción como la milenaria ballena que hace millones de años fue un mamífero terrestre del tamaño de un perro que por las leyes de la evolución y la supervivencia, terminó convertido en el más extraordinario y pacífico de los mamíferos del océano.
En Colombia durante los últimos años ha venido creciendo la admiración por las yubartas que llegan durante la temporada de junio a noviembre a la zona de Gorgona, la Encenada de Utría, Juan Chaco, Ladrilleros y Bahía Málaga, siguiendo su derrotero de miles de millas náuticas para encontrar el hábitat ideal donde parir sus ballenatos, en medio del ritual de sus cantos.
Hasta tal punto ha llamado la atención la llegada de las ballenas a nuestras costas en el mar Pacífico, que hoy uno de los más apasionantes paseos de naturaleza lo constituye embarcarse en Buenaventura hasta la zona de bahía Málaga para avistar a las reinas de los mares que se zambullen juguetonamente en compañía de sus críos, un reto y una aventura para el turista que busca estar más cerca de la naturaleza del océano.
Contrario a la obra que inmortalizó el escritor Norteamericano Herman Meville en su memorable saga de Moví Dick donde entrelaza la historia de un famoso cetáceo enfrentado a los cazadores de ballenas y al obsesionado capitán A Hat, no queda sino ficción, ya que de esas cacerías con letales arpones, solo existe el recuerdo de la fantasía del escritor, porque en la práctica en ninguna latitud se ha conocido del ataque de una ballena a un ser humano.
Si bien hoy todavía persisten en el mundo barcos pesqueros que persiguen las ballena para hacerse con su carne, su ámbar y marfil, para los que cada yubarta les representa precios hasta de $1.000.000 de dólares, cada día los ecologistas están más pendientes de los depredadores de ballenas que deambulan por los mares en busca de ejemplares para saciar su avaricia.
En Colombia cada día el avistamiento de ballenas se ha convertido en una de las más atractivas formas de hacer turismo, al punto que el Pacífico colombiano se está convirtiendo en el epicentro de investigadores y turistas que llegan desde los diferentes puntos del hemisferio a pasar las tardes buscando las ballenas, unos por placer otros inmersos en los secretos que ofrece el océano a la ciencia.
La ruta de las Ballenas jorobadas permaneció por muchos años oculta, este itinerario desconocido hasta hace 35 años cuando logró ser descubierto por el científico colombiano Jorge Reynolds, quien desde hace tres décadas, adelanta investigaciones sobre el corazón de las ballenas, que le han permitido avanzar en importantes descubrimientos sobre el ciclo de vida de estos maravillosos cetáceos.