Por: Alberto Santander B.
A los 69 años en Cajica, el periodista, docente, escritor y editor antioqueño, Héctor Tabares Ortiz, abandonó la vida terrenal y emprendió su largo viaje hacia la eternidad, luego de dejar un gran legado como historia de Vida.
A Héctor Tabares lo conocí en 1991 cuando otros dos jóvenes amigos Rodrigo Celis y Germán Velasquez, estaban armando un equipo periodístico para asistir al Reinado Nacional de la Belleza de Cartagena, y desde ese momento nos hicimos grandes amigos y compañeros de trabajo en el convulsionado mundo del periodismo de comienzos de los años 90.
Héctor que por esos días ya era un periodista reconocido en Medellín como propietario de la programadora Pasado Meridiano y por haber trabajado en la producción de las películas colombianas cooproducidas por Focine, “San Antoñito» y “Mariposas”, había llegado a Bogotá, exiliado de su ciudad natal, huyéndole a las amenazas del paramilitar Fidel Castaño, y vivía a pocas cuadras del parque San Luís en un pequeño apartamento donde junto con Rodrigo y Germán montamos nuestra primer oficina. Una pequeña cueva donde los cuatro trabajábamos como periodistas independientes.
Desde ahí en adelante nuestra amistad se extendería todos estos años compartiendo diferentes proyectos donde siempre, Tabares se destacó como un maestro por su genialidad en todo cuanto emprendimos, su profesionalismo y grado de responsabilidad llevado casi al perfeccionismo patológico con el que asumía cada reto, nunca lo desvío de su verdadero sentido humanitario de servir a la sociedad, por dejarse llevar de la vieja chismosa de la fama, la cual pudo haber conseguido sin dificultad, pues sus conocimientos y versatilidad en el trabajo le hubieran facilitado ese camino.
Ese fue Héctor Tabares, el hombre que en los últimos quince años emprendió de manera solitaria una cruzada por los adultos mayores y se inventó el periódico Asuntos Mayores, para dedicarlo a informar a este público para muchos olvidado. Fue así como en 2014 hizo parte del programa Abuelos Cuenta Cuentos en Medellín y junto a su Hermana Gladys, impulsaron por Colombia el programa de lectura “Libro tren”, dejando libros por ahí a la deriva para que la gente los tomara en cualquier estación, los leyera y los dejara carrilear libres por entre las estaciones del Metro.
De Hector podríamos hablar meses y años sobre los miles de libros que pasaron por su cabeza, de sus cuentos literarios, sus compilaciones convertidos en libros como: “Plumas Mayores” o “Ojalá nos Alcance la Vida” que narra las historias de personas mayores víctimas del conflicto armado Colombiano. De el diría la fundación GABO al reconocerle su trabajo que su podcast de Asuntos Mayores “rompe la barrera generacional y ofrece a adultos mayores espacio de expresión y contenido digno”. Ese podcast fue un gran aliciente para miles de adultos mayores en 2020 el año de la pandemia.
En este pequeño adiós y remembranza para los que algún día se cruzaron en su camino y para los que no lo conocieron, no puedo más que decirles que un gran hombre de letras se ha ido, pero dejo ese sentimiento de amor, compasión, calidez y de respeto por la dignidad de las personas adultas.
Buen Viaje Héctor, Maestro, Amigo, gracias por las rizas que fueron a montón, los consejos y la gran amistad que irradiabas hacia todos.
