Por:Aysu Bicer
çLa canalización de fondos a países en desarrollo para luchar contra el cambio climático fue una de las principales métricas de éxito para la 26 edición de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima 2021 (COP26). Aparentemente, los países ricos no cumplieron con sus promesas.
En las conversaciones sobre el clima de Copenhague de 2009, los países ricos se comprometieron a aportar USD 100.000 millones al año hasta 2020 para ayudar a los países subdesarrollados a enfrentar los efectos del cambio climático.
No obstante, este objetivo aún no se ha logrado, y ahora la Presidencia de la COP26 dice que es muy poco probable que se logre este año o el próximo. Sin embargo, dice que sí es seguro que se cumpla en 2023, una promesa que supone una gran decepción para muchos.
Aunque los países desarrollados continúan reiterando su compromiso de proporcionar financiamiento climático a los más vulnerables, los grupos medioambientalistas dicen que estas son ya promesas incumplidas.
«Vamos a cumplir el objetivo de proporcionar USD 100.000 millones de financiación climática a los países en desarrollo», dijo el miércoles el canciller de Reino Unido, Rishi Sunak. Pero se suponía que este objetivo de financiación debía haberse alcanzado en 2020, mientras que ahora se proyecta para 2023, tres años más tarde.
«Si bien sabemos que aún no lo estamos cumpliendo lo suficientemente pronto, trabajaremos en estrecha colaboración con los países en desarrollo para hacer más y alcanzar el objetivo antes», agregó Sunak.
Por otra parte, el exgobernador del Banco de Inglaterra (BoE) logró que una gran cantidad de bancos occidentales se suscribieran al Glasgow Financial Alliance for Net Zero y anunció USD 130.000 destinados a la descarbonización por parte de unas 450 entidades financieras.
A pesar de los compromisos sin precedentes de las instituciones financieras para alinear sus agendas, productos y servicios con el Acuerdo Climático de París de 2015, la calidad de las promesas no se consideró suficiente para tener un impacto real.
«Lo que vemos que está sucediendo aquí es básicamente una privatización de partes cruciales de la política climática internacional», dijo Kenneth Haar, investigador del Corporate Europe Observatory.
Incluso si una empresa financiera continúa invirtiendo masivamente en combustibles fósiles, cosa que pasará sin una regulación estricta, aún podrá incluirse activamente en la agenda de la ONU sobre finanzas privadas y cambio climático.
«Lamentablemente, la COP26 parece que se convertirá en el mayor evento de lavado verde financiero de la historia», agregó Haar.
“La COP26 se ha convertido en una gran bonanza para los financieros corporativos y los contaminadores, descarrilando una oportunidad histórica para lograr una reducción seria de las emisiones de CO2 y la desinversión en combustibles fósiles”, dijo Brid Brennan, investigador del Transnational Institute (TNI).
Los activistas por la justicia climática también creen que sin dinero no habrá un cambio real. Incluso los USD 100.000 millones prometidos al año se consideran insuficientes para realizar las inversiones necesarias.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático o Panel Intergubernamental del Cambio Climático, conocido por el acrónimo en inglés IPCC, estima que se necesitan USD 2.400 millones anuales para el sector energético solo hasta 2035, si que quiere limitar el calentamiento global por debajo de 1,5 grados centígrados y evitar consecuencias catastróficas.
Agencia -Anadolu