La Bodeguita del Medio y El Floridita, escondites con grandes historias en La Habana-Cuba

Ernest-Hemingway
El escritor norteamericano de Illinois, Ernest Hemingway, fue uno de los asiduos clientes de La Bodeguita del Medio y del Floridita, sus escondites en La Habana, Cuba

El bar más famoso de La Habana en los años 60 fue El Floridita, conocido como “la cuna del daiquirí”. Este emblemático bar, ubicado en La Habana Vieja, ya era célebre desde décadas anteriores, pero mantuvo su popularidad gracias a su historia y ambiente.

Abrió sus puertas en 1817 como La Piña de Plata, luego se llamó La Florida, y finalmente El Floridita. Su fama creció especialmente por su asociación con el escritor Ernest Hemingway, quien lo frecuentaba asiduamente durante sus estancias en Cuba desde los años 30 hasta finales de los 50.

Aunque Hemingway dejó Cuba en 1960 tras la Revolución, su legado en el bar continuó atrayendo visitantes. El Floridita incluso tiene una estatua de bronce de Hemingway en la barra, reflejo de su conexión con el lugar.

Además de Hemingway, El Floridita vio pasar personajes famosos a lo largo de los años, especialmente en las décadas de los 30 y 50, que marcó su reputación. Entre ellas, Errol Flynn, Marlon Brando, y Federico García Lorca

En los 60, el bar seguía siendo un punto de encuentro para intelectuales, artistas y turistas que buscaban experimentar el glamour de la Habana pre-revolucionaria. El Floridita era conocido por su daiquirí, perfeccionado por el barman Constante Ribalaigua, quien añadió marrasquino y hielo frapeado a la receta original.

La Bodeguita

Otro bar notable de la época, aunque más asociado con el mojito, fue La Bodeguita del Medio, también en La Habana Vieja. Este bar-restaurante, fundado en 1942, atrajo a figuras como Nat King Cole, Brigitte Bardot, y los escritores Pablo Neruda y Gabriela Mistral, además de Hemingway, quien popularizó la frase: “Mi mojito en La Bodeguita, mi daiquirí en El Floridita”.

En los 60, La Bodeguita seguía siendo un lugar icónico para quienes buscaban música en vivo y un ambiente bohemio, aunque El Floridita mantuvo el título de bar más famoso por su historia y conexión con el daiquirí.

Ambos bares, propiedad del Estado cubano tras la Revolución, se convirtieron en atracciones turísticas en los 60, frecuentadas por visitantes internacionales y locales que querían revivir el espíritu de la Habana de antaño, a pesar del nuevo contexto político.

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