Por: Bryan Contreras– Periodista – fotógrafo
David Ramírez – Periodista y músico
A una semana de haber finalizado su edición número 28, Rock al Parque sigue siendo el tema central en conversaciones de los amantes de la música y los festivales en Bogotá. Celebrado los días 9, 10 y 11 de noviembre, el evento no solo reafirmó su lugar como uno de los festivales más importantes de Latinoamérica, sino que dejó una huella profunda, con altos estándares que marcarán el rumbo de sus futuras ediciones.
Un paso adelante
Este año, la zona de comidas y la feria de emprendimientos brillaron como nunca. La disposición, decoración y variedad de opciones evocaron el nivel de los festivales de pago que suelen realizarse en el Parque Simón Bolívar. Las activaciones de marca y las experiencias inmersivas añadieron un toque de modernidad y sofisticación al festival.
Para quienes hemos sido testigos de la evolución de Rock al Parque, este cambio es notable. Recordamos ediciones pasadas con un ambiente más rústico, casi improvisado, donde la zona de comidas consistía en simples casetas y la organización dejaba mucho que desear. Hoy, el festival ha dado un salto cualitativo al ofrecer una experiencia más completa, cómoda y atractiva, que no solo beneficia a los asistentes, sino también a las marcas y al distrito.
Lejos de ser una «gomelización», creemos que estas mejoras representan un gana-gana: más disfrute para el público, mayor rentabilidad para los emprendedores y un evento que proyecta a Bogotá como una capital cultural de primer nivel.
Dos pasos hacia atrás
Sin embargo, no todo fue perfecto. Existen dos aspectos clave que el festival deberá atender en futuras ediciones:
El sonido en el escenario Plaza: Para quienes disfrutaron de los conciertos desde la mitad del escenario hacia atrás, la potencia del sonido fue insuficiente. La magnitud de la asistencia, aunque impresionante, terminó por opacar a las bandas, dejando a muchos con una experiencia auditiva incompleta y anticlimática.
Logística de transporte y salida: La salida del festival evidenció serios problemas de coordinación. Aunque se extendieron los horarios de operación del SITP, el caos prevaleció desde el Parque Simón Bolívar hasta estaciones cercanas como Movistar Arena, que se vieron colapsadas por la multitud. Sería crucial que en futuras ediciones se implementen soluciones más efectivas, con un respaldo logístico y policial que se sienta realmente presente.
Aplaudimos la manera en que Rock al Parque se ha adaptado a los nuevos tiempos, fortaleciendo su propuesta y ofreciendo una experiencia más completa para todos. Sin embargo, como asistentes y amantes del festival, también somos críticos y esperamos que estos puntos de mejora sean atendidos.
Rock al Parque 2024 fue una auténtica celebración del rock y un recordatorio de por qué este evento es un orgullo para la ciudad. ¡Que vengan muchas más ediciones llenas de música y aprendizaje!
Bryan Contreras, fotógrafo y periodista
David Ramírez, músico y periodista